En la oscuridad de los amores
y cuando las hojas caen en tropel,
deja el silabario de murmullo en silencio
sus huellas invisibles.
Las manos puestas en el estante de tu cuerpo,
mujer que dejó de ser niña,
inconsciente a las caricias.
Marca el tic tac de los amores las pisadas de la tarde.
No soy ni eres tú
quien marca mi destino.
Es la navaja del tiempo quien corta la distancia de los segundos.
Cacharro infernal de mi vida agonizante y vacía.
Tienes algo que me gusta,
en tus hojas arrugadas por los dedos
y las caricias de cadenas rotas.
Rayones de la ilusión que nos marcan a todos.
Pedazo inconsciente.
Tú, llamado tiempo.
Abre las ventanas,
cierra las puertas y deja salir las lágrimas del amor.