Colgué
mis ideas a tu cuello.
Dejando
que se movieran con tus latidos.
Sin
importar los anatemas.
Fundí
las palabras en tu piel morena.
No
deje espacio para las dudas.
Cada
palmo de tus poros los llené.
Ya
sé a qué saben las ganas.
Unas
tuyas y otra mía.
Colgué
los quejidos junto a los tuyos.
Supe
lo que era amarte en cualquier
instante.
Para
eso no hay hora y segundos,
solo
las ganas de amarnos en silencio.
Donde
los murmullos rían y las querencias
duerman.
Colgué
mis ideas en tu cuello.
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