Está mojada la noche como la negrura de tus ojos.
Ojos negros como azabache, pertenecientes a mis locuras de ganas y de deseos.
Está mojada la idea, preñada con el entusiasmo de tu figura.
Ideas perpetuas de encantos taciturnos, en la cadencia de las palabras tuyas.
Están empapados los cuerpos. Frenesí del carnaval humano.
Remolinos de envolturas. Tus brazos y los míos.
Unas ganas complacidas.
Llueve. Solo el coloquio del monologo de la lluvia,
suena en el eco de los sentidos dormidos.
Mojamos los párpados con las ternuras de lo complacido.
Secados con tus labios rojos, al roce de los latidos alocados.
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