miércoles, 27 de septiembre de 2017

PLEGARIA DE UN LABRADOR DE ALMA

Sólo tengo un pecado y una condena.
Tú así...
Y yo pecando detrás de ti a todas horas...


Cuando nos embarcamos en este bote llamado vida.
No nos importó si la mar era tranquila o en un momento podía ponerse bravía.
Sólo eras los dos que como polizones de los deseos emprendimos el viaje.
Mientras las olas de las ideas y los deseos fueron tranquilos no pasaba nada.
Cuando sentiste que los vientos no eran calmos y las olas eran gigantes, decidiste cambiar de rumbo.
No importo si luego la mar volvía a la calma.
En el viaje de la vida, no hay días calmados por siempre o días tempestuosos a cada segundo.
La travesía depende de cómo rememos uno al lado del otro.
Tiraste el ancla.
Yo los remos.
Ahora cada quien navega sin rumbo.
El destino nos llevara a puerto.
Quizás seguro, quizás revoltoso.
Pero a un puerto cada uno llegara.
Y a mí tonto corazón por volverse a enamorar, cadena perpetua le darán.


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