No deseo de ti los segundos breves que el alma puede dar.
Para eso está el tiempo que nos sobra para contar las ganas.
Mucho menos las migajas que puede dar un alma.
Esas las encuentro en el camino donde ya nada se pierde
y los corazones están marchitos.
De ti deseo más que un suspiro,
la melancolía de de lo vivido de tarde en tarde,
en ocasiones en noche de luna llena.
Ya sabes que a la vida le robamos más que los deseos.
Fuimos ladrones de la nada,
absorbimos los placeres de la carne.
Si eres mujer de una noche eso no lo sé,
te quedaste en mi cómo estampa de esclavo
eterno en mi alma y en mi piel.
Todavía huelo a pecado de dos,
a conjuro de enamorados y escucho el latir de los amores
que se entregaron y arañaron las espaldas llenos de pasión.
Al final de todo y cuando ya terminaba el tiempo de tus pupilas,
sólo unas palabras brotaron de tu boca.
Hoy fui la gata en el tejado más feliz
Hoy fui la gata en el tejado más feliz
de este infierno que es mi vida.
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