domingo, 27 de septiembre de 2020

PLEGARIAS DE MI CONDENAS

 Sólo tengo un pecado y una condena.

Tú así...

Y yo pecando detrás de ti a todas horas...

Cuando nos embarcamos en este bote llamado vida.

No nos importó si la mar era tranquila o en un momento podía ponerse bravía.

Sólo éramos los dos como polizones de los deseos, emprendimos el viaje.

Mientras las olas de las ideas y los deseos fueron tranquilos no pasaba nada.

Cuando sentiste que los vientos no eran calmos y las olas eran gigantes, decidiste cambiar de rumbo.

No importo si luego la mar volvía a la calma.

En el viaje de la vida, no hay días calmados por siempre o días tempestuosos a cada segundo.

La travesía depende de cómo rememos uno al lado del otro.

Tiraste el ancla.

Yo los remos.

Ahora cada quien navega sin rumbo.

El destino nos llevara a puerto.

Quizás seguro, quizás revoltoso.

Pero a un puerto cada uno llegara.

Y a mí tonto corazón por volverse a enamorar, cadena perpetua le darán.




 

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