Jugamos a las escondidas de los sentimientos. Donde el ardid de las mentiras, es el arma de la elocuencia de los corazones momentáneos. Interlocutores de los intereses. Tú, mi inquisidora apasionada, y yo… el sumiso esclavo de tus caprichos innegables. Como parpadeo de estrellas lejanas. Como ninfa inquieta en soledad desconocida, permanece en el centro de mis pensamientos. Motivada por la inquietud de los amores. Esos que nacen en el infinito de mis pasiones. Inquisidora de luna llena, donde la premura no existe. Ni el llanto de la sangre exige la entrega total. Cuando sabemos, que la luz está en la mañana. Junto a las almohadas y las miradas. Una entrega es como una vida, y tú me das la vida en la entrega. De tu alma y tus emociones de mujer, en la pasión de los sentimientos nocturnos. Nos hacemos los desentendidos a los latidos locos de las inquietudes. Moralejas pasajeras de los amores, las querencias y los mimos silenciosos. Nos vendemos mutuamente las ideas, las mismas que las ganas esconden. Al jugar a las escondidas en el ardid momentáneo de una lágrima, que corre rauda por tu mejilla de mujer.
Deseo hacerte el amor lentamente con mis palabras. Donde el paragua de la lluvia de caricias sea tu piel. Y las fronteras de las pasiones: los deseos de nuestras carnes.
miércoles, 14 de octubre de 2020
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