Unas huellas,
marcan el surco de tus labios en los míos.
Menuda mujer de mañanas cálidas,
de extraña mirada tentadora,
invitando al pecado de ser amada.
Déjame con mi silencio de nostalgias,
Roza con tus mejillas mi aliento,
embrujando con la mirada,
la existencia de este amor desesperado.
Cuando escribo garabatos en tu piel.
No en vano
prefiero el veneno de tus labios Juguetones,
la daga de tu voz al decir amor.
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