Deseo hacerte el amor lentamente con mis palabras. Donde el paragua de la lluvia de caricias sea tu piel. Y las fronteras de las pasiones: los deseos de nuestras carnes.
viernes, 30 de diciembre de 2011
A MEDIAS
Ya terminan los crepúsculos
dejando en cada tarde un deseo.
Ese deseo de poseer lo eterno.
Lo prohibido y las complacencias
de la vida.
Cuando llegaron los sentimientos
llenaron los espacios infinitos,
dejados por el tiempo de las andanzas.
Tan tuyas y tan mías.
Cuando agotamos los crepúsculos
de las ideas.
Somos como las notas discordantes
de esta guitarra díscola tan tuya y tan mía.
Sonata de un deseo que no expresa nada,
dejando con su presencia en el viento
ese aroma eterno del amor consumado.
Cuando miramos el horizonte de los caprichos,
veo el rocinante de mis aventuras.
Si pudiera agarrar al travieso idilio
de la juventud ya pasada.
Regresaría a tus labios y las caricias
de los crepúsculos capitalinos.
Entre una mirada perdida y la sonrisa
de un te quiero.
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