Miedo,
sí miedo de amarte.
Miedo,
de penetrar tu piel,
hacerme tan tuyo
que no seria tú sombra
ni tu temor.
Miedo,
de ser la sangre viva,
esa que corre
en cada rincón de tu alma.
Semejanza de lo interno
en las galácticas formas de lo amado.
Miedo,
a ser tan tuyo,
que enmudeceríamos los dos.
El uno,
por retener el suspiro.
El otro,
por guardar lo prohibido.
Hoy,
tengo miedo.
Miedo,
a estas ganas infinitas
de estremecerte con mis besos
en oleajes de caricias.
De esas que llegan a las orillas,
acantilados bruscos de nuestros labios.
Hoy,
tengo miedo de amarte,
porque te amo.
Deseo hacerte el amor lentamente con mis palabras. Donde el paragua de la lluvia de caricias sea tu piel. Y las fronteras de las pasiones: los deseos de nuestras carnes.
domingo, 6 de mayo de 2018
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