Si pudiera detener el tiempo, lo haría en el momento
que te conocí. Llamaría a la noche cómo cómplice de esa idea para que
siempre me acompañe. En ella te besé por primera vez, junto al crepúsculo
de la tarde. Y los testigos fueron los luceros que nos acompañaban. Quizás no lo recuerdes bien,
pero están presente en mi memoria. Junto a tus manos que temblaban. Si pudiera detener el tiempo y sin importar los segundos
ya pasados. Lo haría frente a una copa de vino y tú a mi lado. Una donde me
digas que sí. Entre las cuatros paredes del castillo de ilusiones e ideas y de
amores. Si somos prisionero de nuestros recuerdos, de los besos que nos dimos
entre las ternuras de tus brazos y tus labios. No deseo ideas vagas en nuestras
vidas los dos sabemos que fuimos y seremos dos amantes eternos. Pero con un
amor del bueno, de esos que al suspirar en la nostalgia del recuerdo nos hace
volver a vivirlos. Sabemos que un amor es más que simples miradas. Es la
sensación de la presencia tuya junto a la mía en la eternidad de una tarde que
llamó a las estrellas para hacerse nuestra, para hacerse mía.
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