Como la tarde con su quietud, así miran tus pupilas.
Un segundo nostálgicas otro relampagueantes.
Llenas de amor de ganas contenidas.
Y haciéndole juego a tus dos luceros.
Unos labios tentadores. Rojos,
deseosos de que lo tomen.
Ellos buscan la nostalgia de un vago recuerdo.
Donde calmen sus ímpetu.
Haciendo juego con ellos se mece el cuerpo
canela junto a la luna llena.
Desbordante de ganas contenidas.
De gritos ahogados en la almohada.
De manos que juegan al placer de las hadas.
Y el silencio de la noche, cómplice de los deseos.
Deseo hacerte el amor lentamente con mis palabras. Donde el paragua de la lluvia de caricias sea tu piel. Y las fronteras de las pasiones: los deseos de nuestras carnes.
viernes, 1 de febrero de 2019
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